martes, 4 de junio de 2013

CSV - CUARTOS MEDIOS - ELECTIVO HUMANISTA - PROBLEMAS DEL CONOCIMIENTO - EVALUACIÓN PARA ACTIVIDAD FINAL




CSV - ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA - SEGUNDOS MEDIOS - PRIMER TRIMESTRE - MATERIALES PARA ELABORACIÓN DE ENSAYOS





 Tal vez no estamos conscientes siempre de eso, pero ante la cuestión del sentido de la vida hallamos respuestas tanto individuales como colectivas. De hecho, las respuestas colectivas, que están en la cultura de cada pueblo, siempre  están allí, antes de nosotros, nos las enseñan y las aprendemos de los padres, de los libros, de la escuela, de la televisión, etc. Desde luego, esas respuestas pueden parecernos insatisfactorias, y es ahí donde comienzan los problemas; desde ese momento nos lanzamos a la búsqueda de un sentido de la vida propio, más personal. Sin embargo, bien vale la pena conocer esas respuestas, las culturales, pues aún podemos aprender de ellas.

Nuestra cultura pertenece a la civilización occidental, y es como un gran río que se formó de otros ríos más antiguos: por una parte el río del pensamiento judío. Por otra, la corriente del pensamiento mitológico y filosófico griego. Luego se sumaría la religión cristiana aportando más novedad a nuestra historia cultural.

El pensamiento mitológico y griego

Sería inagotable enumerar las referencias a mitos griegos que encontramos por todos lados en nuestra cultura. Los mitos griegos son fascinantes porque en ellos encontramos un intento muy hermoso de retratar y captar el sentido de  la vida. Los mitos son el comienzo de una larga travesía de autoconocimiento, que luego continuarán los filósofos de la Grecia antigua y, luego, de todas las épocas. Los mitos están protagonizados, por lo general, por los dioses griegos, que son bastante parecidos al ser humano pero en una escala distinta. Sus poderes son mucho mayores, y sobre todo no han de lidiar con nuestra mayor amenaza: la muerte. Los dioses se separan de los hombres y mujeres por su inmortalidad.

Tomados en conjunto, los mitos griegos son un intento por responder a la cuestión sobre cuál es el sentido de la vida y cómo llevar una buena vida. Los mitos son historias donde se mezclan imágenes, poesía, cuentos populares, religión y filosofía. Son relatos ficticios que tratan de transmitir el sentido de vida que halló pueblo griego. Así mismo el carácter y vida de cada dios pretendía mostrar una faceta del comportamiento humano: la ira, la envidia, el amor, la virtud, la suerte, la traición, etc.

Por mucho tiempo se trataron a los mitos como invenciones infantiles, fundamentalmente falsas. Hoy, cada vez más, se reconoce en ellos un intento de hallar un orden y racionalidad al mundo que rodea al hombre y a su propia existencia. Una muestra de ello, es el relato que compusieron los griegos para explicar el origen del cosmos, que estaba contenido en la obra de Hesiodo (siglo VII antes de Cristo) llamada “Teogonía

Se nos dice en este relato que en los comienzos no había nada más que el Caos, una abertura profunda y tenebrosa donde no había nada. De este abismo salió Gea, la tierra, y de ella sale Urano, el cielo, el rey del cosmos. Ambos crearán una primera generación de dioses: los Titanes. Los Titanes eran fuerzas del caos: eran grotescos, burdos, gigantes y desmesurados. Uno de esos titanes, Cronos, se rebelará contra su padre Urano y lo destronará. Además Cronos castrará a su padre para evitar que engendrara más Titanes. Cronos y Rea tienen hijos a su vez, pero, como temiendo que sus propios hijos  se rebelasen contra él, Cronos se devora a cada uno de sus hijos, con excepción de Zeus que es salvado por su madre.

Con ayuda de su prima Metis, Zeus prepara un laxante poderoso para que Cronos “devuelva” a todos sus hermanos engullidos. Sus hermanos son los Olímpicos: Poseidón, Hestia, Hades, Hera y  Démeter. Los Olímpicos triunfan sobre los Titanes y logran imponer un orden sobre las fuerzas del caos. Zeus se casa con Hera y tiene a su vez otros hijos famosos: Hefaistos y Ares, entre otros. Zeus, que no era muy fiel, engendra a Apolo y Artemisa de otros amoríos. Sin entrar en los otros detalles que nacen con esta saga, lo que Zeus conquista es un orden para el cosmos, un propósito y dirección para todo el universo. Zeus representa lo que llamamos racionalidad: él es responsable que todo tenga una razón de ser, un sentido, un propósito, una meta, y una medida. La justicia es la virtud de Zeus, él evita que los dioses y los hombres caigan en la desmesura, en el arrebato, en la arbitrariedad. A diferencia de los brutos Titanes, Zeus tiene un plan para el mundo y para cada cual.

Así los mitos nos heredarán una poderosa idea que luego será recogida por la filosofía: el mundo no es un caos irracional, sino un cosmos que tiene un sentido, un conjunto ordenado que en sí mismo es lógico, justo, armonioso y hasta bello. El ser humano entonces tendría su propio lugar dentro de este cosmos. Cada uno tendría su centro en el mundo, su propio hogar, y gran parte de lo que nos pasaría en la vida tendría que ver con perder ese centro y alejarnos de él. Cada ser que existe sobre la Tierra tendría su lugar propio, su ámbito, su esencia, que sería “natural”.  Una vida sabia sería una vida ajustada al orden natural dentro del Todo. Todos, dirían los antiguos griegos, buscamos nuestro lugar en el mundo, en eso consiste la aventura de vivir. La felicidad sería “estar en armonía con el mundo”.

Los griegos narran la historia de la humanidad en el mito de la Edad de Oro y las 5 razas. En un comienzo los seres humanos estaban “en buena” con los dioses: no necesitaban trabajar pues tenían todo lo necesario para vivir agradablemente. Tampoco conocían la enfermedad, la vejez y la muerte, pues estaban resguardados de todos esos males. Finalmente, los dioses les habían regalado una muerte placentera, similar a quedarse dormido. Estos primeros hombres no desaparecieron del todo, pues se quedaron en la Tierra como demonios buenos, encargados de hacer el bien a quienes actuasen correctamente. Luego de la edad de oro, comienza la edad de plata, donde los hombres que existieron fueron malvados y pueriles. Luego la edad de bronce, poblada por humanos terroríficos y sanguinarios. Luego vendría la edad de los héroes, que eran guerreros, valientes y nobles y que terminarían sus días jubilados en una Isla con todas las comodidades de la Edad de Oro. Finalmente está la edad de los hombres, la edad de hierro. Esta fue la peor de todas las eras, porque los seres humanos, sumidos en una vida sin freno, sin normas, sin límites, no dejaban de sufrir desgracias. 

¿Por qué los seres humanos cayeron en desgracia? Por culpa de Prometeo y Pandora. Prometeo engaño a Zeus con un banquete que preparó para los dioses: la carne se las dio a los seres humanos y los huesos a él, todo muy camuflado para que no se diera cuenta. Enfadado, Zeus quitó a los seres humanos el fuego que les había regalado, con el que cocían los alimentos y con el que crecían los alimentos, que desde ese momento fueron ocultados, por Zeus, bajo tierra. Prometeo robó el fuego a Zeus y se los devolvió a los hombres. Como castigo, Zeus creó una mujer irresistible y astuta: Pandora, la primera mujer a la que le fabricó una caja que contenía todos los males del mundo. Epimeteo (el que actúa primero y piensa después), hermano de Prometeo, se enamoró perdidamente de ella y abrió la caja que contenía todos los males y desgracias concebibles por el hombre. De ahí que los seres humanos tengan que convivir, durante su existencia, con una serie de sufrimientos desconocidos en la Era Dorada. Desde entonces es que los seres humanos tienen que luchar por llevar una buena vida. Prometeo, por su parte, fue condenado a ser encadenado al monte del Cáucaso, para que las agilas le devoraran el hígado durante todo el día, hasta que, al amanecer, su hígado se restaurase y volviese a ser devorado por la aves, por los siglos de los siglos….

Platón, filósofo griego del siglo V antes de Cristo, sostuvo una versión un poco distinta del mito de Prometeo. Cuando los dioses deciden crear a los mortales (plantas, animales y hombres) encargan a Epimeteo que distribuya los dones entre todas la creaturas. A cada cual lo dotó de lo necesario, haciendo un mundo perfecto y equilibrado. Sin embargo, olvidó al ser humano, y no le entregó ninguno de los dones, que ya estaban repartidos todos. Prometeo, entonces, decide robar el fuego y las artes de los talleres de los dioses, y se los entrega a los hombres. Los hombres aprenden a crear cosas, tal como los dioses. Esta osadía hizo que Zeus sospechara de Prometeo y sus amigos mortales, que gracias a la artimaña de su benefactor, lograron adquirir la capacidad de fabricar cosas, de nombrarlas por el lenguaje y de entender racionalmente el mundo. Por eso, en castigo compensatorio, Zeus envió a Pandora y su nefasta caja de males.

Cuentan los mitos griegos que Zeus, más tarde, habría decidido destruir a los seres humanos, y refundar la humanidad partiendo de un hombre llamado Deucalión, hijo de Prometeo, y Pirra, mujer hija de Epimeteo y Pandora.  El asunto fue así: Zeus, alertado de que los seres humanos habían adquirido costumbres horrendas, inmorales y abominables, se transforma en un hombre y baja a la Tierra. Una vez abajo, anuncia en el pueblo de Arcadia que un Dios ha bajado a la tierra. La gente del lugar se pone a rezar, menos su rey que estalla en carcajadas, y, secretamente manda a matar a Zeus – hombre. Este rey, Licaón, es descubierto por el máximo dios, que destruye su palacio y lo convierte en lobo. Acto seguido convoca a los demás dioses y les anuncia que destruirá a la humanidad, con un diluvio. Algunos dioses se entusiasmaron con la idea, pero otros se opusieron a que la humanidad desapareciese. Para resolver la cuestión, Zeus resolvió salvar a dos humanos: Deucalión y Pirra. Ambos se salvan construyendo un arca, que luego de nueve días de incesante lluvia, llega al monte Parnaso, cuya cumbre estaba libre por expresa voluntad de Zeus.

Llegados al monte son recibidos por unas Ninfas que les ordenan, por medio de un acertijo, honrar a sus dioses vistiéndose con atuendos sacerdotales y lanzar piedras por sobre sus hombros. Las piedras al mezclarse con el agua y la tierra (¿barro?) formaron los primeros hombres y mujeres, de la nueva humanidad.

El pensamiento religioso judaico.

La historia que le da el sentido a la vida del pueblo judío es muy distinta de la de los griegos. Primero, no fueron mitos que se contaron los hombres de generación en generación, sino que ellos sostienen una historia revelada por el mismo Dios a sus profetas.

La religión judía es monoteísta, cree en un solo Dios, un dios que es creador de todo lo que hay y del ser humano, pero que no posee un nombre, ni rostro y por lo tanto no tolera ser representado por estatuas o pinturas. Pero, pese a ser un Dios tan misterioso, es el Padre de la humanidad y del pueblo judío. Tal como un Padre, Dios no se dedica simplemente a mirar el juego y el sufrimiento de los hombres, sino que establece una relación con ellos: hace compromisos con los seres humanos, salva de la esclavitud a los judíos, hace promesas, castiga severamente, etc.  La palabra del padre, es sumamente importante. Su palabra, junto con crear el cosmos, toma la forma de una ley: los papás colocan normas, mandan, exigen respeto.

Como sabemos, Dios creó el mundo desde las tinieblas. Lo primero que hizo fue hacer la luz, por ende, la Creación fue pensada para ser vista, admirada. Luego creó a la naturaleza y los seres vivos. Finalmente al ser humano, como la obra máxima de su creación. Ese ser humano fue creado a “su imagen y semejanza” lo que significa que en cierta forma era similar a Dios. De Adán se crea a la primera mujer, Eva, y se la crea de la misma materia que el varón (de su misma carne). Durante esa época, la tierra es un paraíso: no se necesita trabajar, hay abundancia de alimentos por todos lados, no existe la vergüenza ni la culpa. La única ley que tienen que obedecer Adán y Eva es no comer del fruto del árbol de la ciencia, aquél que da la conciencia de lo malo y lo bueno. El Mal encarnado en una serpiente, seduce a la mujer quien desobedece esta regla. La consecuencia fue la expulsión del paraíso, el tener que ganar el pan con “el sudor de la frente”, el descubrimiento del sexo y la vergüenza, entre otros males. Desde entonces los judíos saben que la existencia humana siempre es incompleta, pues producto del pecado original, perdimos un estado de satisfacción plena (el llamado “Paraíso perdido”), que sólo recobraremos cuando nos reconciliemos con Dios, en la muerte y en el fin de los tiempos.

Desde este punto inicial, comienza la historia para los judíos. A diferencia de los griegos, que tenían una concepción cíclica del tiempo (como también la tenían los hinduistas) los judíos veían el tiempo como una línea, con un punto de inicio, un desarrollo y un final. Toda la historia humana, la del pueblo judío y la de cada individuo, estaba entrelazada con la voluntad de Dios, quien interviene en los episodios más conocidos de la historia bíblica. Otra cosa no menos importante: los personajes claves de esta historia como Noé, Abraham, Jacob, Moisés, e incluso Jesús son personajes históricos, son las raíces más antiguas del pueblo judío, y, en el fondo, de toda la humanidad. Por lo tanto, todos los seres humanos tendríamos el mismo origen y seríamos hermanos. El sentido religioso de la vida de los judíos nos habla siempre de la importancia de la historia y de la familia.  Eso se muestra en sus celebraciones típicas que giran todas en torno a la mesa y a las comidas (ejemplo: la Pascua, el candelabro de siete velas, etc.) 

Una de las cosas que explica la religión judía es por qué se dejaron de hacer sacrificios animales. Los hijos de Adán y Eva escogieron actividades productivas distintas: Caín se dedicó a la agricultura y Abel al pastoreo. Dios le exigió sacrificios a ambos: Abel ofreció las crías nuevas de sus ovejas mientras que Caín los frutos de su cosecha. Dios prefirió los sacrificios animales de Abel, y eso hizo que Caín enloqueciera de celos y matara a su hermano. Al preguntar Dios por Abel, Caín dio su famosa respuesta: “¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?”. De aquí comienza una serie de relatos donde las relaciones entre hermanos tendrán suma importancia. Caín finalmente sería desterrado y fundaría las primeras ciudades humanas. Más tarde, producto de la conducta pecadora, Dios decide destruir a la Humanidad con un diluvio, salvando sólo a dos miembros de cada especie, macho y hembra respectivamente. El objeto de esto era reconstruir la creación bajo una nueva alianza. Noé es el encargado de rehacer la humanidad y salvar las especies en su arca. Luego de días de torrencial lluvia, Noé pisa tierra firme y siente olor a carne quemada. Dios reafirma la voluntad de que se le celebre con sacrificios animales.

La historia de Abraham es la historia del primer lazo o pacto con el pueblo judío, el pueblo elegido. Abraham recibe una profecía de Dios donde se le anuncia una numerosa descendencia, eso, a pesar de que él y su mujer Sara eran muy mayores. Milagrosamente nace Isaac el primero de sus hijos. A cambio de la Tierra prometida por Dios, Abraham ofrece un sacrificio especial: la circuncisión. Sin embargo, Dios es exigente: lo coloca a prueba pidiéndole que sacrifique a su hijo. Al estar a punto de matar a su único hijo, Dios cambia a un niño por un carnero. Será una de las muchas pruebas de fe que exigirá Dios al pueblo judío.

De la descendencia de Isaac y Rebeca nacerán Esaú y Jacob. Esaú cambia sus derechos de primer hijo por un plato de lentejas, y esto determinará que los judíos se desarrollarán por la línea de Jacob. Tras una serie de peripecias Jacob será rebautizado como Israel.  Jacob tuvo dos esposas, Lía y Raquel. De la unión con Raquel nació José, que encendería los celos de sus numerosos medios hermanos, los hijos de Lía. Estos venden a José a los egipcios. José tenía la habilidad de predecir el futuro e interpretar los sueños, capacidad que impresiona al Faraón. Profetizó una gran hambruna, y el Faraón se aprovisionó evitando el desastre. A cambio, José solicitó que dejaran entrar a su familia y descendencia a Egipto. Desde ese momento los judíos, los descendientes de José, comenzaron su paso y éxodo por Egipto.

Los judíos poco a poco se transformaron en parias, en huéspedes indeseables de los egipcios quienes los convirtieron finalmente en sus esclavos. Y aquí entra Moisés. Preso de la xenofobia, el Faraón manda a exterminar a  todos los niños, para evitar que la población de judíos creciera. La madre de Moisés lo salva arrojándolo en una cesta al río. Una hija del Faraón lo rescatará y poco a poco se convertirá en uno de los príncipes de Egipto. Un día, supervisando las construcciones imperiales, ve a un capataz torturar y humillar a un esclavo hebreo. Preso de una rabia incontenible da muerte al capataz y luego huye hacia el desierto, para evitar el castigo. Exiliado, se casa y se dedica a ser pastor. Un día, Dios se le aparece como una zarza ardiente, le ordena salvar a su pueblo de la opresión egipcia y llevarlos a la Tierra prometida de Canaán. Moisés le pregunta a Dios cuál es su nombre y el responde con el enigmático: “Yo soy el que soy”.

Para ayudarlo en su tarea, Dios envió las siete plagas a Egipto, y amenazó con matar a todos los primogénitos de los egipcios.  Al mismo tiempo, Dios mandó a los judíos a celebrar la Pascua, en conmemoración de su liberación de Egipto. Preservar las tradiciones, el idioma original, la importancia de los lazos sanguíneos y recordar el pasado son elementos muy importantes en la cultura judía. El Faraón inició una persecución de los judíos que llegó a las orillas del mar rojo. Dios abre las aguas para los judíos y las cierra a los egipcios. Así demostró a los judíos, y a los egipcios, que Dios está del lado de los oprimidos.

Moisés llega a los pies del Monte Sinaí y todos observan como sube en medio de explosiones volcánicas y humo. Arriba, Dios mismo le transmite los Diez mandamientos que Moisés comunica a su pueblo. Luego de pasar un tiempo arriba en la montaña, todos los judíos lo dan por desaparecido, y se olvidan de los mandamientos. Arman un Dios de oro, un becerro, y comienzan una fiesta pagana. Moisés se enfurece y se lanza contra los idolatras, iniciando una venganza sangrienta. Sin embargo, luego Moisés intercede ante Dios para que los perdone y le ruega una nueva alianza. Durante su furia, Moisés había roto las primeras tablas de la ley, por lo que, cuando vuelve a subir al monte, Dios rehace las tablas con su propia mano, y le ordena a Moisés expresamente que su pueblo no desobedezca esta vez.

Como se ve, para los judíos la noción de ley es muy importante. Se trata de una ley divina, escrita por el mismo Dios, que es el padre de todos. La ley viene acompañada del temor al castigo, de la exigencia de respeto al Dios padre, de la obediencia debida, de la conciencia de culpa y pecado que significa desobedecer los mandatos divinos. Desde luego, la historia del pueblo judío, y de casi toda la humanidad, es un relato de la rebeldía y la obediencia ante la ley del padre. Pero, por otro lado, Dios promete y hace regalos, muestra amor y cuidado por sus creaturas. Se preocupa por dar una Tierra al pueblo, le da el dominio sobre la naturaleza y los animales,  libera a sus hijos de la opresión. Es un padre severo pero protector, el lugar del judío en la historia y en la tierra viene definido por su relación con Dios.

El primer mandamiento dice “no adorarás Dioses  ajenos”. Con esto Dios reafirma sus celos respecto a su pueblo. Ser “el pueblo elegido” no es tanto un privilegio como una serie de obligaciones y pruebas de fe. La primera de ellas es, entonces, la de amar a Dios solamente y a ningún otro dios. Los primeros mandamientos regulan la relación del hombre con Dios, los siguientes mandamientos, del sexto al décimo, regulan las relaciones entre los seres humanos entre sí.  Entre ellas: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio en contra de otro, no codiciarás la casa ni la mujer del prójimo, etc. Todo judío sabe que su vida de ordena en el cumplimiento de esta Ley de Dios. Sin embargo, la historia humana se sigue desarrollando, a la hasta la llegada de un nuevo líder para la Humanidad, aquel que será llamado “Mesías” que nos encaminará en los últimos tiempos. Mientras que los cristianos reconocen en Jesús a su Mesías, que además es el hijo de Dios, los judíos aun esperan su llegada.