viernes, 2 de diciembre de 2011

CSV - TERCEROS MEDIOS - FILOSOFÍA Y PSICOLOGÍA - MATERIALES DE ESTUDIO - GUÍA DE FACTORES SOCIALES Y CULTURALES DE LA SEXUALIDAD

1.    Los factores socioculturales y la ética de la sexualidad.

La conducta sexual humana no es un hecho “natural”, la sociedad y la cultura intervienen en ella todo el tiempo. Hay unas imágenes socialmente impuestas que valoran o sancionan la sexualidad: desde cómo ser hombre o ser mujer,  como llevar una relación de pareja “normal”, definir en qué consiste  una familia y cómo criar a los hijos,  hasta como relacionarnos con nuestro propio cuerpo.

Según algunos autores estas imágenes son impuestas por los grupos dominantes, que suelen ser los que manejan el poder político, cultural y económico. Las feministas señalan que todas estas ideas han sido fabricadas e impuestas por hombres, en desmedro de la libertad de las mujeres. Los liberales dicen que la gestión de la sexualidad es una cuestión privada donde no debe meterse la religión o el estado. Los conservadores aducen que la sexualidad no puede centrarse en el placer sino en la familia y en la reproducción. Indudablemente, la sexualidad es un terreno de debates y posturas, y esto se hace más evidente cuando hoy se ve, se escucha y se habla mucho más de sexo y sexualidad.

Podemos partir indicando tres ideas muy  sencillas: 1) estas imágenes no han sido eternas sino que han cambiado a lo largo de la historia 2) todas estas imágenes suelen ir acompañadas de un cierto saber que las justifica (este saber puede ser religioso, filosófico, moral, científico o político) 3) estas imágenes configuran una manera de vivir la sexualidad concreta o proponen ciertos comportamientos como ideales, correctos o permitidos. A esto llamamos “ética de la sexualidad”.

Para poder comprender cómo los factores socioculturales generan una determinada concepción moral de la sexualidad debemos recurrir a la sociología. Para quien dude que la sexualidad humana esté influenciada por la sociedad, sugiero que piense en la experiencia del amor. Es normal que hoy pensemos que dos personas forman una pareja motivados por eso que llamamos “amor”, aunque también sepamos que hay otras uniones que las mueven otros motivos como la conveniencia económica, el status, o el poder. Sin embargo, la idea del “amor” en las relaciones es bastante reciente.  En la edad media nadie se casaba por amor sino por unir bienes y propiedades o para generar hijos para producir en el campo. El enamorarse se consideraba algo que se padecía (una pasión), tal como se sufre una enfermedad. Nuestra idea del amor es muy moderna, al contrario de lo que se dice habitualmente.

Vamos a analizar los cambios en la sexualidad en tres tipos de sociedades que se han dado en la historia: las sociedades premodernas de recolectores, cazadores y agricultores, la sociedad jerarquizada tradicional, y la sociedad moderna.

2.    Sociedades premodernas organizadas en tribus.

Las sociedades organizadas en tribus son muy antiguas, aunque aun pueden subsistir en lugares remotos de nuestro planeta. Las actividades típicas de estas sociedades eran la caza y la recolección, aunque fueron lentamente cambiando hacia el pastoreo y la agricultura. En éstas actividades era fundamental la división sexual del trabajo, es decir mujeres y hombres tenían tareas específicas distintas. Pero las mujeres y los hombres eran importantes porque los principales vínculos que se establecen en una tribu (que es la asociación de muchas familias) se daban por relaciones de consanguineidad y parentesco.

La sexualidad estaba estructurada en torno a un modelo familiar que se componía de una mujer, su hermano, su esposo y su hijo. En algunas tribus africanas, por ejemplo, es el hermano de la mujer aquél que se hace cargo de los hijos del matrimonio, y no el esposo como se acostumbra en nuestra sociedad. Las relaciones que se podían dar en esta organización social eran la consanguineidad, el matrimonio y la descendencia.  Se promovía las relaciones exogámicas, es decir aquellas donde el cónyuge elegido no debía pertenecer al propio grupo. Por lo tanto, se prohibía que se formara un grupo a partir de relaciones endogámicas es decir uniones sexuales que se dieran por consanguineidad (entre hermanos o primos) o por descendencia (padre – hijo o madre – hijo).  La prohibición de los actos sexuales en vínculos de ese tipo se denomina prohibición del incesto, y se da en casi todas las culturas, aunque existan excepciones como, por ejemplo, el famoso matrimonio entre Cleopatra y su hermano.

En algún momento de la historia de nuestra especie apareció el patriarcado, lo que dejó a la mujer un papel subordinado al del varón. Existieron y existen cosmovisiones completas construidas a partir de resaltar lo masculino por sobre lo femenino. De hecho masculino y femenino se consideraban “naturalezas” distintas, siendo siempre lo masculino mejor o más perfecto que lo femenino. Los hombres eran más fuertes y mejores que las mujeres,  a quienes se les trataba como “sexo débil”. El hombre representaba lo espiritual y lo cultural, mientras las mujeres lo material y lo natural. Por lo tanto, el hombre debía educarse y prepararse para la vida en cambio la mujer sólo debía seguir su naturaleza.
Otro elemento interesante era que había una regulación social del tiempo en que se intensificaban las relaciones sexuales. Por ello era frecuente que se diesen orgías donde lo sexual era muy relevante como manera de fusionarse con el grupo. En algunos casos el uso de drogas intensificaba esta experiencia. Los tiempos en que éstas manifestaciones se daban era las fiestas, carnavales, pascuas y otras celebraciones, donde en muchos casos, se efectuaban los ritos de iniciación de los jóvenes a la vida adulta o se realizaban matrimonios y bautizos. De ésta época heredamos varios elementos: los ritos de iniciación sexual, el concepto de honor masculino y la fidelidad y devoción a la familia como valores femeninos.

3.    sociedad tradicional organizada jerárquicamente.

Cuando comenzaron a emerger  las primeras grandes ciudades y se inventó la escritura, la sociedad estaba organizada como una pirámide. Cada nivel de la pirámide estaba formado por un grupo social  o estamento que tenía escaso contacto con otros grupos. Las funciones estaban absolutamente especificadas y la vida de cada individuo estaba completamente impregnada y determinada por el grupo donde nacía. Si alguien nacía en una familia de campesinos, seguramente viviría y moriría como campesino, se casaría con una campesina y tendrían hijos campesinos quienes tampoco podrían salir de su condición en el futuro. Dadas así las cosas ésta sociedad tradicional cambiaba de manera muy lenta.

Cada civilización entendía la sexualidad desde la filosofía o religión que dominaba en su cultura. En la antigua babilonia el Código de Hammurabi (una de las primeras leyes escritas) tenía 67 normas sobre la sexualidad que aludían al adulterio, bigamia, divorcio, delitos sexuales e incesto.

Los griegos, por ejemplo, habían tomado una idea muy extendida en oriente que consideraba al cuerpo como algo distinto e incluso más corrupto que el alma (dualismo psico – físico) . Muchos sabios griegos, al igual que los ascetas hinduistas, sentían un desprecio por todo lo corporal y se dedicaban casi con exclusividad a lo espiritual. Platón consideraba al cuerpo “la cárcel del alma”. Sostenía a su vez que la muerte era una liberación y la entrada a una vida más feliz. La sexualidad, con todas esas necesidades tan carnales y materiales, no podía ser bien considerada. Se prefería el uso de la razón, el desapego a las pasiones e incluso la mortificación del cuerpo.   

Entre los judíos la sexualidad no era, en principio, mal mirada ya que era parte de la creación y por ende no podía sino ser buena. No obstante, el Antiguo Testamento contenía regulaciones específicas sobre el matrimonio, las violaciones, las perversiones con animales, la homosexualidad e incluso  sobre acostarse con la suegra. El pueblo de Israel fue redimido de Egipto entre otras cosas, por no cometer incesto.

Jesús condenó expresamente el adulterio y el divorcio. Como sabemos, predicaba el amor por sobre la ley y se centraba en la pureza de las intenciones. Sin embargo, durante la formación de la iglesia católica comenzaron a aparecer las regulaciones de la sexualidad.  San Pablo recomendó el ideal del celibato como manera de alcanzar la salvación. Así como los griegos, los primeros Padres de la Iglesia prefirieron la vida espiritual a los placeres de la carne: mientras más puro el cuerpo mejor, de ahí la valoración de la virginidad. San Agustín interpretó el pecado original como de un descontrol del cuerpo frente a la razón, debilidad que se transmitía de generación en generación por vía sexual. De ahí que fuera una necesidad que María fuese virgen, caso contrario Jesús hubiese nacido pecador como todos nosotros.

Dentro de la perspectiva  cristiana el sexo moralmente aceptable ocurre dentro del matrimonio y con finalidad reproductiva. La lujuria fue condenada como un exceso peligroso por el desorden de las pasiones. Esa lujuria contemplaba la fornicación (sexo entre solteros sin exigencia de cohabitar) el incesto, el adulterio, el estupro y el vicio contra naturam (bestialismo o zoofilia). Además, la Iglesia Católica condenó la promiscuidad, la masturbación, el sexo oral y anal, la homosexualidad, y los métodos artificiales de anticoncepción.



La sociedad moderna

En el paso de la sociedad tradicional a la sociedad moderna, las clases altas (aristócratas, nobles, sacerdotes, etc.) evolucionan. Al fortalecerse la monarquía surgen a su alrededor las cortes y su intensa vida social de secreteos, conspiraciones, favores y halagos al monarca. Aparece el “estilo cortesano”: el matrimonio sirve para ascender socialmente, los caballeros muestran cortesía y galantería ante las doncellas que juzgan sus maneras y posición social. Todo esto inventa un nuevo trato entre hombres y mujeres.

Las familias son extensas aún;  abarcan varias generaciones, parientes solteros, el servicio domestico inclusive. Los hogares eran  la sede de la familia y la familia a su vez, participaba en la empresa familiar, en las tierras del fundo, en el negocio “atendido por sus dueños”. Muchas de esas familias pertenecían a la nueva clase social llamada burguesía que disputaba el terreno a la vieja aristocracia. En los países protestantes aparece una severa ética del trabajo, puritanismo y frialdad en las relaciones, y una firme disciplina en la crianza. Las relaciones entre esposos son muy formales en privado y en público, aunque al mismo tiempo se toleraban las relaciones extramatrimoniales como una manera de apaciguar las inevitables pasiones. 

Esta  sociedad moderna se define porque los hombres ya no vienen determinados por el grupo social al que pertenecen. Ahora la sociedad se “especializa”, por así decirlo: aparecen tareas específicas o funciones a las que se dedican,  por un determinado tiempo, los individuos. Cada función tiene una manera de operar propia y exclusiva: la economía no es lo mismo que el gobierno, la ley o la universidad. Los individuos forman parte de esos distintos subsistemas, pero sólo parcialmente. Y, hay que hacer notar que sólo en esta época se comenzará a hablar de individuos, de seres humanos singulares que no son lo mismo que su sociedad.  Al desaparecer los estamentos, los individuos pueden ascender de posición social en razón de su esfuerzo. Su éxito o fracaso social ya no está ligado necesariamente a su cuna.

En la sociedad moderna la familia extendida irá desapareciendo para dar lugar a una familia nuclear (padre, madre e hijos) que con cada nueva generación dará lugar a nuevas familias.  En esta época el sentimiento del amor se relacionó  ya no con las pasiones desenfrenadas sino con el matrimonio, siendo el fundamento de la búsqueda de pareja y la unión matrimonial. El amor dejó de ser considerado un mal del cuerpo (pasión) sino pasa a ser una vivencia psicológica más o menos universal para hombres y mujeres. Socialmente permitió romper barreras sociales, llegando a ser posible unir a la jovencita burguesa con el joven aristócrata, tal como lo narraban los cuentos de hadas.

La sociedad moderna también cambió la manera de entender lo que era ser mujer o ser hombre. La mujer quedó atrapada entre dos estereotipos muy distintos: la mujer decente y las mujerzuelas. En primer lugar la mujer “idealizada”, que de joven era pura, casta y ejemplo de decencia, y de casada, la madre devota, emotiva, acogedora, dulce. Las “otras” mujeres eran las indecentes: prostitutas, solteronas, marimachos, etc. se toleraba su existencia porque se consideraba que la naturaleza masculina era pecaminosa, susceptible de caer en las pasiones carnales. Las relaciones extramatrimoniales y la prostitución se consideraban un mal necesario.

El concepto de familia cambio. El hogar era el resguardo contra una sociedad fría e impersonal. El centro del hogar era la madre quien organizaba todo y cuidaba de los hijos con ternura y compasión. El padre por su parte era frio y racional, tenía que ser severo con los hijos para prepararlos para el difícil mundo  fuera del hogar.  Durante el siglo XVIII y XIX se descubre la infancia. Antes en la historia los niños prácticamente no figuraban, ni eran objeto de estudio. Durante la revolución industrial se comienza a hablar sobre la infancia como una “edad de la inocencia” que luego se pierde por la corrupta sociedad. Los niños por lo tanto eran inocentes y asexuados. Se les considera “puros” y fundamentalmente imaginativos. Un  filósofo moderno llamado Jean Jacques Rousseau promovía una educación espontánea, para que el niño mantuviese su pureza lo más posible antes de ser corrompido por los vicios de la sociedad moderna. En ésta época nacen los cuentos para niños, el estudio de los juegos y de las canciones infantiles populares. La infancia se valoró como una “época dorada” de la que nadie quería salir nunca (“ideal de Peter pan”).


5.    Las distintas éticas durante la modernidad: la ética del amor y  la ética liberal.

Durante la modernidad filósofos y pensadores intentaron resolver un problema fundamental: anteriormente todas las reglas sobre la sexualidad habían sido planteadas por religiones o pseudo – religiones donde el hombre y la mujer tenían un papel predefinido de antemano y específicas reglas para comportarse como individuos, parejas y familia. En la modernidad las religiones pierden mucho de su peso y esto provoca una crisis muy importante. Los individuos ahora no sabían exactamente qué hacer, estaban ante múltiples interpretaciones morales sobre la sexualidad no solo religiosas sino filosóficas y hasta científicas.

Uno de los caminos de orientación que tuvieron fue a través de la idea del Amor. El Amor fue entendido como una relación entre dos personas muy intensa e intima, que permite desarrollarnos de manera profunda no en soledad sino con otra persona. La sexualidad humana, se planteó, está basada en la confianza mutua, en el respeto, en la comunicación. Separar el sexo del amor resulta deshumanizante pues se reduce a la persona a un objeto al servicio de los intereses y deseos de otros, sacrificando con eso su dignidad. El sexo es una forma de conocer de manera íntima a alguien, y mientras esté basado en el amor,  permite madurar y lograr una personalidad integrada. Por ello dentro de ésta mirada es necesaria la fidelidad. Actualmente ésta forma de entender la sexualidad está vigente, no sólo entre quienes se casan sino en solteros que unen sus vidas como una forma de iniciar un proyecto de vida en común con otros.

Otra actitud que la modernidad inauguró se basa en la idea de libertad. Para un libertario en temas sexuales el amor está bien pero es sólo uno de los motivos. La gente también tiene relaciones buscando el puro placer, sin buscar comprometerse a largo plazo ni revelar aspectos profundos de su personalidad. El liberal es tolerante con los motivos y con la diversidad de formas en que se muestre la sexualidad. El sexo aceptable se basa simplemente en el sexo consciente, informado y mutuamente consentido. Cualquier forma de “obligación” a mantener una relación sexual cuando uno de los dos se oponga, como un acoso o una violación es una injusticia y debe ser sancionado. Tampoco es lícito relacionarse sexualmente con quien no te puede dar su consentimiento como por ejemplo un niño pequeño, un joven inmaduro, un enfermo mental e incluso un animal. Es inaceptable una relación sexual que se dé bajo la amenaza, bajo la extorsión, el engaño o a la fuerza. Los liberales se imaginan las uniones como una suerte de contrato entre dos personas, que se imponen deberes y derechos bajo mutuo consentimiento.

 
6.    Las distintas éticas durante la modernidad: la ética basada en la dignidad y la crítica social marxista.

A mucha gente le parece que las ideas liberales son justas, pues se basaban en lo que las personas aceptan de manera libre. Pero no todo contrato es justo, sobre todo  si no se hace bajo ciertas condiciones de igualdad. Imaginemos el caso de Juan, un hombre que tiene una familia de 8 integrantes, que está agobiado por deudas y está sumido en la más asfixiante pobreza. El doctor Hanníbal, hombre muy adinerado obtiene placer de manera perversa y sádica pagando a personas para que se dejen mutilar o torturar hasta la muerte. El perverso doctor ofrece a  Juan los millones que arreglarían para siempre los problemas de su familia a cambio de que acepte mutilarse sus dos piernas. ¿Es justo el trato en éste caso? Aunque Juan aceptase de manera libre, el hecho de verse oprimido por su condición socioeconómica y el abuso que hace el Doctor de su riqueza, sacrificarían la dignidad de Juan como ser humano.

Para algunos filósofos modernos como immanuel Kant, los seres humanos no pueden ser tratados como cosas ni como animales al servicio de los intereses de otros. Somos especiales porque tenemos una dignidad que proviene justamente de que somos racionales y libres. Kant indica que nuestra racionalidad se muestra en el hecho de que podemos actuar contra todo instinto, presión social, interés económico o egoísmo para simplemente “hacer lo correcto”, más allá de las simpatías o las ventajas que obtengamos de una acción. Esa dignidad no debe sacrificarse ni por razones económicas, políticas, raciales, o sexuales. Toda discriminación es un atentado a nuestra propia humanidad. Nuestro cuerpo y nuestra sexualidad no puede ser objeto de comercio, de transacción o de intercambio. Con fenómenos como la pornografía, la prostitución, u otros, le estamos faltando el respeto a nuestra propia condición de seres racionales y morales.

Este criterio moral, basado en la dignidad, pareció un poco abstracto a muchos. Si bien todos los seres humanos somos dignos e iguales, hay unos más iguales entre sí que otros. Mientras en la filosofía reinaba la idea de libertad e igualdad, en la realidad social, en pleno auge de la revolución industrial y el capitalismo, se imponían severas e inhumanas desigualdades. Fue Carlos Marx quien le sacó punta a esta situación, y realizó una de las críticas más severas al sistema social que nació de la revolución industrial, el capitalismo. Para Marx el fértil valle de riquezas y libertades que prometía el capitalismo se convirtió en la explotación más fehaciente de una clase social por sobre otra. De hecho, toda la historia para Marx no era más que la lucha de clases sociales. En la época moderna el antagonismo social se daba entre dos clases: la dominante que era la de los burgueses controladores de los medios de producción, y la de los proletarios que vendían su fuerza de trabajo por un salario. Los burgueses acumulan poder, decía Marx, sustrayendo parte de la riqueza que producen los trabajadores, los que finalmente terminan viviendo bajo condiciones cada vez menos dignas. Aunque se intentase reformar tal sistema, el capitalismo produciría crisis cada vez más graves, pues la lógica de acumular ganancias iría en desmedro de los trabajadores. A éstos, no les quedaría otra que organizarse y rebelarse modificando mediante una revolución este orden de cosas.

Aunque Marx no trató el tema en específico, éste análisis sirvió para ver la situación de las mujeres. En una sociedad donde los hombres trabajan todo el día, las mujeres servían para cuidar de los niños y de los ancianos, sin recibir por ello un salario pero sí comida y alojamiento financiado por los maridos. La economía era machista en el sentido que las mujeres ayudaban a solucionar un problema social pero eso las ataba financieramente a sus maridos. Muchas veces las razones para estar al lado de sus esposos eran netamente económicas y determinadas a su vez por lo que era todo el sistema social capitalista. No había un contrato consentido ni libertad verdadera para las mujeres.

El enfoque que más énfasis le dará a la emancipación femenina será el feminismo, que analizaremos a continuación. Pero antes debemos dar un rodeo breve para entender los cambios de la sociedad moderna en la actualidad

7.    La sociedad actual.

Definir la sociedad actual es una tarea dificilísima. Se podrían llenar muchas habitaciones con libros sobre el cambio social actual. Ni siquiera tenemos claridad sobre si la sociedad que vivimos es “moderna” o si se transformó radicalmente en otra cosa. Sin embargo hay unos rasgos característicos sobre los que existiría cierto acuerdo. En primer lugar el cambio acelerado, producto de la constante innovación tecnológica que introduce la competencia económica dentro del capitalismo. Gracias a la tecnología el proceso económico dejó de estar localizado en un solo lugar sino que puede ser global: los recursos se extraen de Sudamérica, se manufacturan en México, se arman en Brasil con licencias de marcas alemanas y se venden en el mercado Chino o Indio. El impacto de la ciencia y la tecnología sobre nuestras  vidas cotidianas es indudable, hoy el intercambio de información, de personas, de bienes, de servicios se ha incrementado notablemente.

En segundo lugar, tenemos los cambios políticos y culturales. Hoy los estados y los líderes políticos siguen teniendo mucha influencia en la economía, el transporte, la salud, la defensa y la educación de la población aunque recientemente muchas de esas áreas se hayan entregado a empresas privadas. Esa influencia provoca que los ciudadanos se interesen en las decisiones que toma su gobierno y por ende quieran participar más en elecciones o movimientos sociales. Lo que hace que la democracia representativa sea una de las formas de gobierno más valoradas en el mundo. Culturalmente, muchas sociedades del mundo  se han  secularizado profundamente, lo que quiere decir que la religión pierde mucha de su influencia y las tradiciones pierden relevancia. Los individuos tienen un espacio mayor para tomar decisiones respecto de su vida, pero al mismo tiempo, disponen de guías y reglas menos claras sobre cómo hay que vivir. De aquí que los cambios de hábitos y costumbres para muchos los escandalicen y otros lo vean como una bendición.

En los países occidentales, y crecientemente en todo el mundo, las ideas de libertad personal, libertad de expresión, mejora individual e igualdad vienen propiciando cambios al interior de la sociedad. Por ejemplo, en el ámbito familiar hoy la relación padres e hijos tiende a ser menos autoritaria y mas basada en la emocionalidad, la negociación y el diálogo. Las parejas siguen uniéndose pero los matrimonios descienden y los divorcios aumentan. Las familias dejan de tener muchos hijos, y los proyectos personales adquieren mayor importancia frente al compromiso de estar juntos.

Respecto de los jóvenes y adolescentes, después de la Segunda Guerra Mundial, pasaron a ser una parte muy importante de la población. Creció una cultura e industria popular y de consumo (música rock, moda, arte, cine) orientada a sus formas y estilos de vida. Adquirieron mayor libertad fuera de la casa, el abismo entre el mundo de los viejos y de los jóvenes se hizo más evidente. Los jóvenes tenían otros valores y formas de vida que los adultos, incluso llegaron a formar “contraculturas”  como el hipismo, el punk, o el rap. Mientras que la invención de la pastilla y la proliferación de los métodos anticonceptivos modifico la conducta sexual de jóvenes, la masificación de la enseñanza secundaria y universitaria, el acceso al mundo del trabajo y la mayor participación en la cultura y la política modificaron sustancialmente las relaciones entre hombres y mujeres. El feminismo será la expresión de un importante cambio de visión y de valores que aparecerá con el avance de la sociedad moderna.  


8.    El feminismo.

La historia moderna del feminismo nos remonta a la Revolución Francesa, donde Olympe de Gouges fue la primera mujer en hablar y proponer derechos para la mujer, entre los que se encontraba el derecho a voto y el derecho a ocupar cargos públicos. Los varones revolucionarios le demostraron su parecer sobre esta idea cortándole la cabeza en la guillotina.

Mary Wollstonecraft, una filósofa inglesa, retomó esta idea y publicó una defensa de los derechos de la mujer en 1972, que fue menospreciada e ironizada (inclusive un escritor publicó una defensa de los derechos animales como burla a éste intento…). Wollstonecraft propuso que las mujeres tenían derecho a una educación igualitaria y a participar en el parlamento. También defendió el derecho de las mujeres a sentir placer durante el coito (lo que nos indica que en esa época el placer sexual era algo solamente reservado a los hombres). Acusaba a los machos de haber convertido a las mujeres en meros objetos sexuales, amas de casa y madres reduciendo su libertad como personas.

Durante el siglo XIX se discutió intensamente sobre el derecho de las mujeres a la educación  universitaria, a tener una profesión y a votar en las elecciones. En este último caso, fueron famosas por su dramatismo las luchas y sacrificios de las llamadas “sufragistas” que, como su nombre lo indicaba peleaban por los derechos políticos básicos de las mujeres, mediante violación de normas, huelgas de hambre, y transgresión de convenciones sociales. Durante todo el siglo XIX se darán alianzas entre los movimientos de emancipación femenina y los partidos socialistas u obreros. A mediados de 1870, Emma Paterson fundará el primer sindicato de mujeres trabajadoras.      

Es durante el siglo XX que el feminismo tiene su más intenso desarrollo. Después de la Segunda Guerra Mundial, a partir de la década de 1960 se produce una verdadera revolución de la sexualidad. Del “nada de sexo antes del matrimonio” se paso a una actitud mucha más liberal ante la sexualidad. Junto al rock y las drogas, el sexo fue para muchos jóvenes un terreno de libre exploración. En esa misma época crecen, sobre todo en Estados Unidos los movimientos por los derechos civiles. En este contexto nacerá NOW (National Organization for Women), el grupo  de Women´s lib y otras organizaciones feministas.

El rasgo común a todas estas organizaciones será la crítica del machismo cultural predominante en casi todo el mundo occidental. Su diferencia estará en las maneras en que pelearán por denunciar y cambiar este sexismo profundamente arraigado en todas las instituciones. Por lo tanto, sus objetivos iban más allá de ganar derechos políticos y laborales para las mujeres. En el pensamiento dominante, ser mujer significaba menos que ser hombre. A su juicio los varones son históricamente quienes han oprimido y dominado a las mujeres sobre la base de toda una forma de pensamiento y de poder que justifica esa opresión.

No es que las mujeres no hayan hecho nada por la historia. Sino que los varones han representado su imagen ignorando y minusvalorando siempre lo femenino en favor de lo masculino. La mujer es siempre símbolo de otra cosa menos de ella misma: maternidad, ternura, sensualidad, etc. y eso que ellas representan siempre ha sido establecido por hombres. La mujer ha sido “inventada” señalará Simone de Beauvoir. La psicoanalista Luce Irigaray planteará que,  o  las mujeres sólo pueden vivir su sexualidad subordinadas al deseo masculino, o bien la mujer sólo puede llegar a ser ella misma separándose radicalmente del hombre. A esta postura se le ha llamado feminismo separatista. Los movimientos feministas se vuelven muy sensibles hacia las demandas de los grupos de defensa de los derechos de homosexuales y lesbianas.     

Las filosofas feministas han luchado por develar como el sistema cultural legitima el machismo. Un caso típico es la palabra “hombre” que muchas veces se utiliza como sinónimo de humanidad ignorando a las mujeres.  De aquí que se crea que lo importante en la especie es el varón y no la mujer. La idea de “ser humano” ha sido por mucho tiempo representada con la imagen de un varón, independiente, adulto, etc. Esta exclusión tuvo y sigue teniendo efectos muy perniciosos en las libertades de las mujeres. Durante los años 60 las feministas pelearon por demandas  como la despenalización del aborto, ayudas estatales para la crianza y el cuidado de los niños, revisión de la redacción de las leyes para eliminar todo sexismo, y realizaron novedosas formas de activismo; “sentadas” en la vía pública, lectura de poemas, obras de teatro callejero, etc.

Es indiscutible el valor que ha tenido el feminismo para modificar las formas tradicionales, y muchas veces opresivas, de pensar a la mujer. La sociología e historiografía feminista ha reescrito la historia resaltando el papel de las mujeres que antes se consideraba anecdótico o lisa y llanamente inexistente. Gracias a sus trabajos hemos podido observar como las diferencias de género no son hechos biológicos o naturales sino que se imponen desde la más temprana infancia y que dependen de complejos sistemas de leyes e instituciones que pueden ser modificados.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario