JANE CROSSLEY H. y FERNANDO MORGADO T.
Sensación y percepción
Extracto del libro “De fantasmas y
demonios”
Cada vez que paso frente a una panadería y siento el olor del pan recién
horneado, se agolpan ante mí una serie de imágenes y sensaciones. Surgen los
recuerdos de los largos veraneos en la playa, los ayunos de los domingos para
comulgar en la misa de las nueve; ese olor, a media cuadra de distancia; y
estimulada por el hambre la sensación de comer una marraqueta calientita y
crujiente.
Tomar conciencia de lo que nos rodea es un tema complicado. El misterio
sobre cómo sentimos y percibimos nuestro entorno ha sido uno de los objetos de
estudio más antiguo y fascinante de la Psicología. Las investigaciones de los
pasados cien años han demostrado que el conocimiento del mundo externo no es
simple ni automático, ya que el modo en que lo vemos, determina cómo lo
sentimos.
Lo que registro y lo que interpreto
Para aclarar éstas ideas, centrémonos en dos conceptos: sensación y
percepción. La sensación describe la relación entre varias formas de estímulos
sensoriales (luz, presión, ondas electromagnéticas y de sonido) y cómo estos
son registrados por nuestros órganos sensoriales (ojos, oídos, nariz, lengua y
piel).
La percepción identifica el proceso a través del cual interpretamos y
organizamos esta información, cuyo resultado es la experiencia conciente de los
objetos y su relación entre ellos.
A pesar de que nuestros órganos sensoriales son extraordinariamente
eficientes, no registran toda la información disponible en un momento dado.
Podemos oler y degustar algunos químicos y no otros; oímos sólo cierta
frecuencia de sonidos y nuestra habilidad para detectar la luz está restringida
a un acotado rango de longitud. La clase del estímulo físico que tanto el
hombre como las otras especies puede detectar, está delimitada para maximizar
su adaptación al medio. Por ejemplo, nuestra supervivencia se vincula
fuertemente a nuestra distintiva capacidad del lenguaje. No es de extrañar,
entonces, que nuestro sistema auditivo esté diseñado para detectar las
frecuencias de sonidos que más se asemejan al habla humana.
Adaptación sensorial.
Los recuerdos de la playa me conducen a la sensación de bañarme en el heladísimo mar de Chile y de querer
salir corriendo congelada. No obstante, cada verano tenía la certeza de que
tardaría poco rato en acostumbrarme a esa temperatura y la sensación se
volvería exquisita. La adaptación
sensorial que poseemos – al frío, por ejemplo – se debe a que nuestra capacidad
sensitiva decrece en el tiempo ante un estímulo permanente. Por eso, nos
acostumbramos al agua de nuestro océano a pesar del impacto inicial.
La adaptación sensorial tiene ventajas prácticas; entre otras, nos da la
posibilidad de centrarnos en los nuevos acontecimientos que ocurren constantemente
en nuestro entorno. Una vez más, son mecanismos biológicos los que permiten
adaptarnos al mundo cambiante en que vivimos, incluso en el ámbito psicológico.
Cuando muere alguien cercano nos parece que el dolor es capaz de
consumirnos. Los primeros días el sufrimiento es indescriptible. Al mes, la
pena ya no es constante. Transcurrido un año, podemos pensar con ternura y con
cierta lejanía de ese ser querido. Las emociones han cambiado aunque la
circunstancia se mantenga: ha muerto.
El doble juego de la percepción y la sensación en el caso de la luz
La luz, que en forma de energía es proporcionada por el sol, es también
el combustible de la vida. Es natural que, por tanto, nuestros ojos sean
órganos adaptados para detectar este
estímulo, que es convertido en señales que nuestro cerebro puede entender.
Observa la figura: ¿Qué ves? Probablemente,
ves a una vieja con cara de bruja o una mujer joven sofisticada. Trata de ver
ambas simultáneamente y notarás lo fácil que es centrarse en uno o en otro dibujo
una vez descubiertos. ¿Podrías afirmar que todos vemos lo mismo?.
Mira, entonces, la figura de más abajo, esta presenta un conjunto de
manchas negras separadas, pese a lo cual si uno se esfuerza, es capaz de ver un
perro. ¿Por qué puede verlo? Por que tu cerebro tiende a completar lo que tus
sentidos le exponen, con el fin de dotar de significado al Todo. Esta necesidad
de unir en un todo las partes separadas es el principio de la corriente
psicológica de la Gestalt, iniciada en Alemania a principios del siglo pasado.
Mira los círculos centrales. ¿Cuál de ellos te parece más grande? Si los
mides, podrás comprobar que son iguales, sin embargo, los vez distintos debido
al entorno en que se encuentran.
Aunque tus sentidos no te engañan, pues te
presentan los estímulos tal como son, tu cerebro puede inducirte a percibir
situaciones diferentes a las reales.
La percepción 2011
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